Hijo cuida a su mamá con demencia vascular

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Edgardo Vélez Munich recuerda el 5 de diciembre del 2018 en que su madre, ahora de 95 años, sufrió una caída y una fractura del fémur que pondría a ambos a prueba. Fueron semanas de visitas


médicas. Luego, una operación, terapias físicas y cuidados. “Fue una odisea”, recuerda, una avalancha de responsabilidades que terminaron por pasarle factura. Encarnita Munich, que padece de


demencia vascular, aún disfruta de leer el periódico diariamente. Christopher Gregory-Rivera A punto de cumplir 60 años, su salud se vio quebrantada por primera vez. Aumentó 30 libras,


desarrolló alta presión arterial e insuficiencia renal en etapa 3. Y comprendió que, si quería seguir cuidando a su madre, quien sufre de demencia vascular, una enfermedad cuyos síntomas se


asemejan a los del mal de Alzheimer, tendría que empezar por cuidarse a sí mismo. Antes de la crisis de COVID, Edgardo Vélez se apoyaba en las reuniones de la Asociación de Alzheimer de


Puerto Rico, tanto que se ha convertido en activista con la esperanza de que su historia y experiencias ayuden a otros en su misma situación. Christopher Gregory-Rivera “Los cuidadores


también tenemos que velar por nuestra salud”, dice. “Tengo que cuidarme para poder cuidarla a ella. Porque a veces pasa que el cuidador se va primero que la persona a quien cuida”,


reflexiona. Y eso sería impensable, ya que su madre, Encarnita Munich, depende totalmente de él. Edgardo Vélez ayuda a su madre, Encarnita Munich, a caminar en el balcón de su casa en


Bayamón, Puerto Rico. Christopher Gregory-Rivera Con un bachillerato en Ciencias Biológicas, dos maestrías en Gerencia y Mercadeo, cursos en Gerontología y una carrera exitosa en Puerto Rico


como ejecutivo en la industria de las telecomunicaciones, Edgardo no dudó en poner pausa a sus aspiraciones profesionales para cuidar de sus padres enfermos. Atendió a su padre, Manuel de


Jesús Vélez, veterano militar, hasta que este falleció en el 2008. “Luego, la salud de mi mamá desmejoró. Y ahí decidí dejarlo todo para poder atenderla”, comparte.  Súbitamente, pasó de


recibir un salario de ejecutivo a depender de los ahorros familiares. Por suerte, tomó los pasos necesarios para poder desempeñar sus deberes. “Gracias al poder notarial que mi madre me


otorgó a tiempo, manejo las gestiones administrativas, de salud y financieras”, dice, tranquilo de saber que hace lo correcto.  Asumir el cuidado de su madre no ha sido tarea fácil. Como


tantos otros en la isla, tuvieron que enfrentar la falta de servicios y recursos después del paso del huracán María por Puerto Rico en septiembre del 2017. “Fue muy difícil estar seis meses


sin electricidad luego del impacto de María”, recuerda Edgardo. Además, se vio obligado a inscribirse en una lista de espera para los servicios de un programa local de asistencia para


personas de edad avanzada. Después de una espera de dos años y medio, el Gobierno del municipio de Bayamón le aprobó los servicios de un ama de llaves que lo ayuda de lunes a viernes, cuatro


horas diarias. "Nuestra salud ha mejorado", explica Edgardo. El ama de llaves es una enfermera graduada que los ayuda a tener una nutrición más saludable. "He tenido un


respiro como cuidador", reflexiona.  Sin embargo, la llegada de la COVID-19 trajo nuevos retos que se dificultan aún más con el calor y la sequía de esta temporada, los recortes en el


servicio de agua, y las restricciones sociales impuestas a razón de la pandemia.