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La segunda vez que vinieron a explicarle, Ana decidió escuchar. Accedió a visitar una de las casas de hospicio de HOV para pacientes internados. Pero le quedaban dudas: _¿Sería oscuro y
triste? Somos una familia grande, ¿cuántas personas pueden visitarlo a la vez? ¿Puede ser a cualquier hora? ¿Y los niños?_ Don Elias pasó solo un día en un centro de cuidados de hospicio
para pacientes internados. Ana cuenta que la familia fue de visita, el personal fue fantástico y no era oscuro ni triste sino todo lo opuesto. “Pero decidí traérmelo a casa porque quiero que
mi padre pase el tiempo que le queda en el hogar. Si él no estuviera aquí, yo llegaría a la casa y ya no me sentiría igual. Quería esos últimos momentos”. REGALOS Y RECUERDOS Don Elias se
despierta con una tos ronca que se oye desde la cocina donde Ana y yo estamos todavía sentadas. Teresa, la prima de Ana que ha venido desde México para ayudar, se levanta para ver cómo está
y regresa a la cocina, donde ya se oye el chisporroteo de unos huevos friéndose. Después de desayunar, Teresa trae a Don Elias en su silla de ruedas a la cocina. Tiene el cabello blanco,
bien peinado y una manta estampada sobre el regazo. Me mira y no ve a una reportera de visita sino a una antigua amiga de la familia. “Te conocía cuando eras así de grande”, me dice,
colocando sus dedos pulgar e índice a unas dos pulgadas de distancia. “¿Te acuerdas? Ya estás toda crecidita”. Don Elias nació en Texas y creció en Jalisco, México, donde conoció a su futura
esposa. Criaron a nueve hijos. En este momento, imagino que sus pensamientos están llenos de recuerdos familiares. Enlazamos los dedos al darnos la mano. Me sorprende la fuerza del saludo.
No me quiere soltar. Un poco después, Ana separa los dedos de Don Elias de los míos y mueve su silla de ruedas hasta la sala, donde Teresa lo coloca con cuidado en el sofá. Es hora de irme.
Mientras conduzco, recuerdo momentos tiernos, etapas difíciles, amor extraordinario, risa, felicidad y, al final, la tristeza y gratitud de cuidar de mis propios padres. Mamá, papá y nuestra
familia entera recibimos el regalo del hospicio hace 10 años. Ahora el regalo es para Ana, su familia y Don Elias.