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El sistema de cuidado a largo plazo de Estados Unidos no solo es deficiente; no existe. Los adultos mayores de 50 años y otras personas que necesitan cuidado a largo plazo se enfrentan a una
mezcla de servicios públicos y privados, cuidado institucional costoso y cuidadores familiares no remunerados. En la actualidad, muchos adultos mayores con frecuencia se ven obligados a
vivir en costosos hogares de ancianos —el único tipo de cuidado a largo plazo que Medicaid cubre automáticamente—, aunque la gran mayoría preferirían vivir de manera independiente en sus
hogares y comunidades. La pandemia de COVID-19 ha generado preocupaciones sobre la seguridad y la calidad del cuidado institucional. Los residentes y el personal de hogares de ancianos y
otros centros de cuidado a largo plazo representan más del 40% de todas las muertes por COVID-19 en EE.UU. Incluso antes de la pandemia, la Government Accountability Office (GAO, Oficina de
Responsabilidad Gubernamental) halló que más del 80% de los hogares de ancianos recibieron sanciones por deficiencias en el control de infecciones. Desafortunadamente, las opciones como los
servicios en el hogar y en comunidades a menudo no son asequibles y no están disponibles a través de muchos programas estatales de Medicaid. Aunque los cuidadores familiares no remunerados
hacen posible que millones de adultos mayores permanezcan en sus hogares de manera segura, en lugar de en costosos hogares de ancianos, estos familiares necesitan más apoyo. DESAFÍOS FUTUROS
Se proyecta que la población mayor de 85 años —que es más propensa a necesitar ayuda con las tareas diarias— ascenderá a más del triple entre el 2015 y el 2050, lo que hace aún más
importante la necesidad de un sistema eficaz de cuidado a largo plazo.