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La década del 60 marcó su internacionalización, con exposiciones y viajes constantes entre Europa, Estados Unidos y Colombia. Se convirtió también en el escultor mejor cotizado del mundo. La
tragedia lo cambió todo el 19 de abril de 1974, cuando murió Pedrito, su hijo con Cecilia Zambrano, su segunda esposa. Mientras regresaban de unas vacaciones familiares en España, el auto
en el que viajaba la familia Botero chocó contra una tractomula. El niño, de cuatro años, murió delante de sus padres de una herida en la frente. El mismo Botero perdió parte de su dedo
meñique en la mano derecha, y durante ocho meses los médicos pensaron que tal vez no podría volver a pintar. La tragedia afectó profundamente al artista, y Pedrito aparecería en varias de
sus obras posteriores. Botero vendió cientos de sus obras a nivel mundial. En el 2022, una de sus esculturas "Hombre a caballo" rompió un récord de venta por un valor de 4.3
millones de dólares en una subasta de arte latinoamericano de la casa Christie’s en la ciudad de Nueva York. El valor de esta pieza se incrementó en un 135% en comparación con la primera
venta, realizada en el 2016. Una copia de esta reconocida obra se exhibe en el Museo Botero, en Colombia, donde el público puede asistir de manera gratuita, como siempre fue el deseo del
artista. En el año 2000, Botero donó al Banco de la República, entidad del gobierno de Colombia, una colección de arte de 208 obras, 123 de su propia autoría y 85 de renombrados artistas
internacionales de los siglos XIX y XX. “Para mí es un placer infinito saber que estas obras pertenecen hoy a Colombia; saber que los estudiantes que ingresen a esta casa entrarán en
contacto con las corrientes artísticas más importantes de nuestro tiempo, contemplando aquí permanentemente, obras originales de grandes maestros; saber que los amantes de la pintura y la
escultura puedan venir a visitar este remanso de paz y pasearse tranquilamente por estas salas, dejándose inundar por la estética moderna. Que quede pues este pequeño oasis de cultura en
medio del frenesí de la vida ciudadana”, dijo Botero. En 2005, el interés en la obra de Botero se intensificó gracias a una serie de 78 cuadros titulada “Abu Ghraib”, que expresan con
crudeza la deshumanización de la guerra entre Estados Unidos e Irak, y los maltratos de los prisioneros en la cárcel de Abu Ghraib. Hasta el final de su vida, Botero donó muchas de sus obras
a museos de todo el mundo. Vivió mayormente en París e Italia junto a su compañera desde 1978: la artista griega Sophia Vari. A Botero lo sobreviven los tres hijos adultos que tuvo junto a
su primera esposa, también fallecida, la colombiana Gloria Zea, y varios nietos.