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Una vez establecido que no lo va a convencer de lo contrario, Tomás acepta la propuesta de Julián de que aprovechen los cuatro días que estará en Madrid para pasarla bien. Así comienza un
recorrido por la ciudad que es, a la vez, un recorrido por la vida de Julián. Los amigos se encuentran casualmente en diferentes puntos a personajes del pasado de Julián. A los que se
portaron mal con él, no tiene empacho en decírselos tranquilo y sin aspavientos; a aquellos con los que él se portó mal, también espontáneamente se les acerca para pedir perdón. Es con estos
pequeños detalles que _Truman_ va entretejiendo una postura y una lección de vida. No hay, como en otras películas del género, un gran momento de redención, arrepentimiento o resolución
absoluta. La cinta, dirigida por el catalán Cesc Gay, se permite dejar varios hilos sueltos, como ocurre en la realidad, y en eso radica su originalidad y fuerza. En lugar de diálogos
sentimentales y “de corazón a corazón”, en _Truman_ son ciertas circunstancias, al parecer menores, las que revelan que Julián ha adquirido por su proximidad con la muerte, cierta sabiduría
expresada en un forma de resignación que nunca cae en la autocompasión. Esto no quiere decir que _Truman_ evada del todo la realidad brutal de lo que se aproxima. En una de las secuencias
mejor logradas, Julián pide a Tomás que lo acompañe a una funeraria. Un eficiente vendedor los recibe en una elegante sala y ahí les ofrece los diferentes “paquetes” de los que disponen.
¿Quién es el muerto?, pregunta. “Yo”, contesta Julián. “No ahora, claro, pero dentro de poco”. Superada la sorpresa inicial, el empleado pasa con frío profesionalismo a enumerar las
ventajas de cada opción. Si se deciden por la incineración, les dice, hay unas urnas que, dependiendo del precio, pueden ser de plata, metal, porcelana, con adornos o sin adornos. “Todo
depende de dónde quieran depositarlo sus familiares”. Las más elaboradas son las que van destinadas a las salas de los seres queridos. También se puede poner una foto gigante “de usted”
junto al ataúd o, por una pequeña diferencia, se proyectaría un DVD con escenas de su vida. La música puede ser grabada, o, si prefiere —y su presupuesto lo permite— la funeraria cuenta con
una orquesta de cámara en vivo. Y así sigue y sigue. La mirada de angustia de Julián es suficiente para darnos cuenta del dolor que debe sentir al escuchar que pronto no será más que
cenizas. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > Más que por otra cosa, _Truman_ funciona por el gran carisma de
Darín. Solo un actor como él que proyecta esa bonhomía, ese amor por la vida, ese _savoir faire_, podría lograr que, sin despertar lástima, las circunstancias de su personaje sean aún
creíbles. Cámara hace un buen contrapeso a Darín. Su hablar pausado y su cautela reflejan una actitud vital opuesta a la de su amigo. Tomás ha sido precavido, juicioso, paciente. Su estilo
de vida es convencional. Está casado y tiene hijos. Tiene la estabilidad económica que Julián por su desordenada vida nunca alcanzó. Al final, la película se llama _Truman _no tanto porque
el perro ocupe mucho tiempo en pantalla, sino porque asume que en esos seres vivos que son la única compañía de muchos, está el legado sagrado de sus dueños. Encontrar un lugar bueno para
Truman es el asunto capital que se tiene que resolver y así lo entenderán quienes sepan el rol tan importante que los animales pueden jugar en nuestras vidas. _Truman_ es una sencilla pero
profunda expresión de la máxima de Sócrates de que la filosofía es una preparación para la muerte. También, al igual que con los seguidores de Sócrates, son los que se quedan para llorar a
Julián los que más lamentan su decisión de dejarse morir sin oponer resistencia.