Cómo denunciar la explotación financiera

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¿Qué tan frecuente es la explotación financiera de las personas mayores? Las estimaciones varían mucho: en diversos estudios realizados en los últimos 12 años, se ha calculado que entre un


3.5 y un 20% de los adultos mayores han sido víctimas del abuso financiero, según un análisis publicado en la revista _Clinical Gerontologist_. Sin embargo, hay un aspecto de la explotación


financiera en el que coinciden los investigadores y los expertos: las cifras informadas son muy inferiores al número real de casos, porque la mayoría de estos nunca son denunciados ante las


autoridades. Con frecuencia se cita una investigación del estado de Nueva York, en la cual se calculó que solo 1 de cada 44 casos de abuso financiero de personas mayores fue denunciado ante


los Servicios de Protección de Adultos. "Es casi imposible precisar cuántos casos quedan sin denunciar", señala la Dra. Laura Mosqueda, profesora de Geriatría y Medicina Familiar


de la Facultad de Medicina Keck, de University of Southern California, y directora del National Center on Elder Abuse. Ello se debe en gran medida a la naturaleza de la explotación


financiera de los adultos mayores, definida generalmente como el uso indebido de los fondos o bienes de una persona mayor por parte de alguien que esta conoce, que puede ser un cuidador


contratado, un profesional legal o financiero o, como sucede con más frecuencia, un familiar. Los tipos de abuso abarcan desde el robo de artículos del hogar y el uso indebido de tarjetas de


crédito, hasta fraudes a gran escala relacionados con bienes inmuebles y cuentas financieras.   POR QUÉ MUCHOS CASOS DE ABUSO QUEDAN SIN DENUNCIAR Según los expertos, algunas víctimas no


denuncian el abuso financiero porque no se dan cuenta de él o se niegan a aceptarlo. Eso podría deberse a problemas cognitivos, que pueden disminuir las capacidades financieras de una


persona mayor y facilitar que un abusador se apodere de sus fondos. O bien, la persona mayor podría ser reticente a creer que su familiar cercano o amigo de confianza no vela por sus


intereses. La situación a veces resulta poco clara debido a las relaciones financieras y personales existentes. Cada familia tiene su propia cultura en lo que respecta, por ejemplo, a los


préstamos, a la ayuda en tiempos difíciles o a los cuidados brindados a cambio de favores gratuitos, como alojamiento y comida o el uso de un auto, explica Marti DeLiema, gerontóloga y


profesora adjunta de investigación en la Facultad de Trabajo Social de University of Minnesota.